FORMANDO FUTURO

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Ni el partido ni el gobierno: el pueblo

Pdte. de Morena en CDMX Héctor Díaz-Polanco

*Héctor Díaz-Polanco es uno de los intelectuales más reconocidos de la izquierda mexicana. Con más de 60 años de trayectoria académica y de activismo político en México y América Latina, Díaz-Polanco se ha consolidado como una de las voces más relevantes de Morena.

 

MDF: En diálogo con muchos compañeras y compañeros de América Latina nos hemos dado cuenta que hay una inquietud sobre lo que pasa en México con la Cuarta Transformación, sin embargo no se conoce a fondo el proceso. Para alguien que no está tan familiarizado con el contexto mexicano ¿cuáles dirías que son los principales logros de estos siete años de gobierno? 

Yo parto de la idea de que se puede sintetizar al máximo el proceso de la Cuarta Transformación considerando tres elementos que conforman una especie de trípode: el proyecto de nación, el partido y los gobiernos. Cada uno refuerza a los otros y si falla uno los demás empiezan a tambalear. Creo que así debemos entender el proceso, porque de otra manera alguna gente podría pensar que si está en el partido, el partido es lo central y los gobiernos no importan. O que si ya existe el proyecto de nación ya no necesitamos volver sobre el tema. O si alguien está en el gobierno puede pensar que el partido no importa. Y no es así. Hay una correlación entre estos tres elementos. Mi punto de vista es que hay que verlos de manera integral. Para analizar los éxitos gubernamentales, hay que tener en cuenta lo que aportan y han aportado  los otros dos elementos.

En primer lugar, si uno observa o escucha el discurso de la presidenta Claudia Sheinbuam —sobre todo en las mañaneras, prácticamente a diario, y luego en sus eventos por los distintos estados de la República— se nota que su discurso está marcado por los planteamientos básicos que derivan del proyecto de nación, que es un elemento orientador de su gobierno. Nuestra presidenta, extraordinariamente inteligente y capaz, entiende que debe seguir esa perspectiva, usando el proyecto de nación como guión de su gestión.

Ese proyecto de nación se destaca básicamente por los grandes lemas que se han construido desde hace muchos años, que puso en práctica López Obrador y que ella ha adoptado y que señala constantemente. Para empezar, el principio de que “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre” y en consecuencia, la austeridad republicana como ordenamiento central del funcionamiento del Estado. Este es un primer elemento clave exitoso. De hecho, ayer tuvimos una entrevista con Los Periodistas (uno de los programas de análisis político más escuchados de México) y ese fue el tema: la austeridad republicana y los peligros que se ciernen sobre ella, y cómo, en términos prácticos, se pone en tela de juicio este principio rector cuando hay miembros del partido, sean funcionarios, legisladores o dirigentes, que no lo ponen en práctica, es decir, que llevan un estilo de vida con lujos y privilegios, alejados de la vida y de las necesidades de las grandes mayorías. 

Un segundo elemento vinculado a la austeridad republicana es que, si se busca austeridad y buen actuar, no se permite la corrupción. Es decir, para nosotros el combate a la corrupción es esencial y es parte de nuestro programa de gobierno. 

Tercero, está el principio de que “por el bien de todos, primero los pobres”, que es otro de los fundamentos que orienta todo el trabajo del gobierno y del partido. Este principio guía desde la atención a la población más necesitada hasta las relaciones internacionales y la economía del país. Forma parte de nuestra tradición como izquierda histórica de que el primer elemento de la trilogía “igualdad, libertad y fraternidad” que predicó la Revolución francesa es la igualdad. Para nosotros la igualdad precede a la libertad. A diferencia de los liberales, que priorizan la libertad, nosotros priorizamos la igualdad. La libertad y la fraternidad se derivan de ella. Somos fraternos buscando la igualdad y somos libertarios, es decir, partidarios de la libertad, en el marco de la realización de la igualdad. La libertad es la realización práctica en el campo de lo político de la búsqueda de la igualdad en la sociedad. Esa es una orientación básica de nuestro proyecto que impacta en el desarrollo gubernamental. 

Todo esto es parte de una cuestión ético-política que se deriva de nuestro proyecto de nación y que impacta tanto al partido como a los gobiernos. Si tenemos buenos gobiernos en términos de bienestar social, es porque respetamos ciertos valores y principios que fundamentan nuestra ética política. Esto implica actuar de acuerdo con valores claros incluso en el comportamiento cotidiano y personal, porque creemos que eso impacta en lo estructural: cuando hay fallas individuales en el cumplimiento de nuestros principios ético-políticos se afectan los resultados estructurales que buscamos.

Actualmente hay una discusión muy fuerte en el partido sobre esto, incluso en torno a temas básicos como el derecho a tomar vacaciones cuando uno quiera estando en un proyecto como este. A los extranjeros les parecería raro o exagerado que estemos debatiendo estos temas. En cualquier otro lugar puede ser normal que un dirigente político tome vacaciones cuando quiera, pero cuando estás en medio de un proyecto transformador y hay acontecimientos importantes donde no puedes ausentarte y lo haces, entonces el asunto se torna delicado, porque en estos momentos de transformación histórica, decía Walter Benjamin, hasta el tiempo se detiene. ¿Por qué discutimos esto que parece menor? Porque creemos que ser dirigente de nuestro partido demanda un comportamiento ético-político especial, uno orientado por una idea de misión, de actividad cotidiana permanente que no admite distracciones y requiere una entrega total a las responsabilidades que se tienen.

Y aquí es importante decir que no se trata solamente de una propuesta particular para Morena. Estamos haciendo un planteamiento universal, un planteamiento político-cultural que busca no solamente que no se malgasten los recursos públicos, que no haya corrupción o que se privilegie a los más pobres, sino que exista un comportamiento adecuado y ético de manera general, tanto entre aquellos que son militantes como de quienes no.

Todo esto ilustra la articulación entre un proyecto político, un partido y el gobierno. Y nos muestra cómo esta interdependencia es clave para evaluar los gobiernos de Morena y poder hacer un balance más profundo.

Ahora, en términos económicos se está demostrando que los grandes tópicos, los que parecían principios inamovibles o prácticas correctas para toda circunstancia, no son tales. Es decir, el neoliberalismo nos dijo e impuso que no podíamos crecer y distribuir al mismo tiempo, entonces la ortodoxia económica recomendaba primero crecer y después ver lo de la distribución de los recursos entre la sociedad.

Hoy nosotros estamos practicando un enfoque distinto y con mucho éxito: según los últimos datos hemos sacado aproximadamente a 14 millones de personas de la pobreza en 6 años, lo que no es cualquier cosa. Esto es un logro extraordinario, considerando que durante el sexenio de AMLO hubo casi dos años de pandemia y de paralización de la economía. Además, esto se logró no solo con apoyos asistenciales, sino principalmente aumentando el ingreso de los trabajadores vía su salario, que ha crecido cerca del 120% desde que llegamos al gobierno. Otro aspecto a destacar es que no estamos aplicando un modelo de Estado de bienestar limitado al apoyo de ciertos sectores vulnerables, sino universalizando los apoyos, convirtiéndolos en derechos constitucionales, por un lado, y por otro priorizando la inversión pública no solo para el crecimiento, sino también para el bienestar de la población. Y todo esto ha dado resultados espectaculares. 

En nuestro modelo de gobierno el papel del Estado es fundamental. Rechazamos abiertamente la idea neoliberal de que el Estado debe reducirse al mínimo o que si pudiera desaparecer, quedando solo las tareas de fuerzas armadas y seguridad pública, sería mejor. En nuestro proyecto ha habido un gran énfasis en dar al Estado el lugar que le corresponde para equilibrar e impulsar la economía, después de una etapa de estancamiento producto del periodo neoliberal y de la pandemia. Aunque partimos de una inercia de ausencias y deficiencias gubernamentales enormes, vamos tomando rumbo y elevándonos poco a poco.

En este sentido los gobiernos de Morena están cumpliendo muy bien su tarea no solo de evitar que la economía se debilite, sino impulsando su crecimiento con inversión pública al mismo tiempo que redistribuimos recursos, poniendo un énfasis especial en esto último. Hemos logrado la hazaña, y así debemos seguir, de disminuir no solo la pobreza, sino también la desigualdad. Hoy tenemos los índices de desigualdad más bajos en la historia desde que se tiene registro y somos el segundo país con menos desigualdad de todo el continente, sólo después de Canadá. Esto demuestra que este es un proceso que tiene consecuencias estructurales y no algo que se ha conquistado momentáneamente. Hasta hoy este aspecto ha sido uno de los más satisfactorios y uno de los mayores logros de la Cuarta Transformación. 

MDF: Al inicio hablabas de una suerte de trípode donde, por un lado, existe el proyecto de nación con sus principios rectores que marcan la brújula, y por otro el gobierno que los lleva a cabo, pero nos falta el tercero, ¿cuál es el papel del partido en todo esto?

La tarea principal del partido, para decirlo de manera sintética, es mantener y acrecentar la base social de apoyo para el gobierno y para el proyecto. Esto implica, primero, que no disminuya la aprobación a la Cuarta Transformación y al movimiento, incluyendo el apoyo al gobierno. Si uno examina los resultados  de esta tarea también podemos decir que han sido extraordinarios: llegamos a tener una aprobación del gobierno y del presidente AMLO y ahora de la presidenta Sheinbaum del 70%, después el 80% y en ocasiones hasta más, según diversas encuestas nacionales e internacionales. La última encuesta que vi del diario español El País le daba 79% de aprobación a la presidenta, lo que es tremendo. Ya una aprobación del 60% en este contexto del mundo es un éxito, pero que un mandatario llegue al 80% es algo fuera de serie. 

El gobierno nacional y los gobiernos locales de Morena han hecho bien su trabajo, y el partido ha contribuido en dos cosas fundamentales: fomentar la organización de la gente en torno a Morena y en Morena; y lo segundo en no dejar que se erosione la conciencia popular sobre el proyecto de nación, y eso significa formación política. Pero es importante señalar que no podríamos hacer este trabajo sin contar con buenos gobiernos. Porque podríamos tener un excelente partido, pero si no hay buenos gobiernos que den resultados a la gente, las probabilidades de que se rompa el trípode y venga un fracaso son muy altas. Para el partido es más fácil hacer su trabajo si la gente tiene como referencia a los gobiernos que son emanados del partido y los aprueba. Esta dialéctica de buenos resultados y trabajo organizativo-formativo es lo que ha permitido que el partido haga su aporte en esta etapa. Y cuando no teníamos el gobierno, cuando éramos oposición, siempre existió la esperanza de la victoria. Construimos un Movimiento para ganar y para transformar el país, no únicamente para dar la pelea electoral. Y en esos años la organización y la formación fueron fundamentales. En esto tenemos un reto muy grande y yo hago mucho el papel de pesimista al advertir todo el tiempo de los malos resultados que pueden venir si descuidamos la organización y la formación política de la gente. 

En nuestra concepción la formación política no viene después de la organización; ambos procesos se refuerzan mutuamente, como señalaba Lenin: el hacer un periódico, por ejemplo, no solo implica una tarea formativa sino que es una tarea organizativa. Cuando vas organizando, vas formando; y cuando vas formando, vas organizando. Es un principio muy brillante sobre cómo debe funcionar la organización y la formación. Este trabajo entonces debe intensificarse constantemente, porque si fracasamos, si la visión política de la gente se deteriora, lo que has construido en años o en meses se puede perder en dos semanas. Una o dos semanas de una mala racha de gobierno, con fracasos, con corrupción, puede significar un retroceso enorme. Por eso es que debatimos con tanta intensidad los temas que te mencioné al principio, porque aunque algunos casos parezcan menores o aislados para nosotros pueden significar el fin de todo. Sin embargo, estos incidentes nos mantienen alertas y fortalecen el control interno del partido, lo que resulta positivo.

MDF: Bajo esta lógica podríamos decir que no es lo mismo un partido que busca administrar lo que existe que un partido que busca transformar lo que existe. ¿Qué podemos aprender o qué aspectos podemos poner en diálogo sobre la forma de organizar y orientar la acción política de un partido o de un movimiento, no solamente en el terreno electoral, sino en todas las otras dimensiones que mencionas?

La enseñanza mayor, a mi juicio, es que lo que define la acción política partidaria y la acción de gobierno es si existe un propósito transformador auténtico o no. ¿Por qué tenemos todas estas previsiones que te comentaba? Porque creemos que todos los elementos —el partido, los gobiernos, el proyecto— deben tener un propósito básico: impulsar el cambio, la transformación. Y para impulsar el cambio debemos protegerlo y tomar previsiones y poner reglas tanto para el gobierno, para el partido y el proyecto: aclarar cómo debe funcionar, bajo qué principios, y luego impedir que se deteriore.

En segundo lugar, está la idea de quién es el sujeto del cambio. Habitualmente hablamos mucho de la clase X o Y, pero en la práctica esos sectores tienen un papel escaso como sujetos transformadores. Lo que caracteriza a Morena y a la Cuarta Transformación, y lo que ha hecho que sea exitosa, es el hecho de que se toma en serio que hay un sujeto que posibilita el cambio y ese sujeto es el pueblo. Ni el partido ni el gobierno: el pueblo. Incluso deberíamos vigilar esto más de cerca, porque de repente empezamos a olvidarlo. Quien nunca lo olvidó fue Andrés Manuel, por cierto. 

Mientras nosotros mantengamos esta distinción y la pongamos en el centro, seguiremos siendo lo que somos: un movimiento exitoso. El fracaso total sería ignorar estas dos cosas centrales: lo primero, que todo lo que somos y tenemos está orientado al cambio social y político; y segundo, que el sujeto central es el pueblo. Y debemos tomarnos muy en serio esto, porque muchas veces pasa que la izquierda solo dice como adorno que quiere cambiar las cosas pero resulta que no cambia nada, y se olvida además que el sujeto de la transformación no es el partido o el gobierno sino que es el pueblo. Si ha habido una característica notable en nuestro proceso es la constante insistencia en que el pueblo activo y organizado es el sujeto histórico del cambio. 

Ahora, en nuestro Movimiento hay de todo, hay quienes no creen en esto; o quienes lo dicen pero no lo creen. La ventaja que tenemos todavía es que la mayoría de los militantes y dirigentes de Morena sí creemos en esto y es la norma central del partido. Lo que cuidamos en Morena son estas dos cosas: trabajar para el cambio y reconocer al pueblo como sujeto. Como diría Andrés Manuel: “Pueblo, pueblo, pueblo”. 

MDF: Antes hablabas de un 80% de aprobación de Claudia Sheinbaum. Si uno ve los datos desagregados, el sector que más apoya a la presidenta es el que se encuentra entre los 18 y los 24 años, con el 86%. ¿Cómo interpretas tú que, mientras en muchos lugares de América Latina, y también en Europa y Estados Unidos, los jóvenes están manifestando una adhesión a las ideas conservadoras, a proyectos de tinte autoritario y neoliberal, en México sea este mismo sector quien más apoye a una presidenta en las antípodas de esas ideas y de esos proyectos?

Lo leo, en primer lugar, como un efecto por contraste. Porque si había un país donde estaban abandonados a su suerte los jóvenes en el periodo neoliberal, ese era México. Solo hay que ver las estadísticas básicas. Para empezar, el sistema educativo era una verdadera calamidad. A tal punto que entramos en la situación paradójica que se convirtió en normalidad de que los jóvenes supuestamente no podían acceder a la educación universitaria porque no tenían la capacidad. Andrés Manuel le puso atención a esto desde el primer momento. Yo recuerdo haber planteado el problema en un mitin con él, en Chiapas. Me dijeron: habla de este tema, del tema educativo. Y yo dije: es una catástrofe nacional que el 90% de los aspirantes a entrar a la universidad quede afuera por falta de cupo. ¿Cómo un país en esas condiciones iba a tener éxito? El asunto del cupo se disfrazaba de “incapacidad” de los aspirantes, por medio de no pasar el examen. Cuando en realidad lo que hacían era un corte, después de hacer las pruebas, de acuerdo con la capacidad restringida que tenían de incorporar estudiantes. Lo que era una restricción de presupuesto lo planteaban como una limitación de conocimiento, de preparación de los estudiantes. Un desastre.

Todo eso ya cambió. Ahora hay cupo, hay un proceso de expansión de las oportunidades de estudios superiores. Pero además hay condiciones básicas para solventar la vida de los estudiantes, con un mínimo de decencia. Hay esa maravillosa opción de “Jóvenes Construyendo el Futuro” un programa de gobierno donde los jóvenes pueden trabajar como aprendices en empresas de todo tamaño y tipo, y se les da un apoyo económico mensual de un salario mínimo durante un año. Y por otro lado tienes un sistema robusto de becas para estudiantes, que ya son universales, es decir, si eres estudiante de nivel medio superior de alguna institución pública el gobierno te otorga una beca mensual para que puedas tener un ingreso mínimo que te permita alimentarte y trasladarte a tu escuela. Y yo creo que en general las políticas de nuestro gobierno tienen mucho mayor impacto entre los jóvenes.

Después está el tema del lugar que el movimiento, la organización política, le ha dado a los jóvenes. El primer plan de formación de Morena fue para jóvenes. Desde el principio hubo un énfasis en este sector. Fue una idea de Andrés Manuel. “Necesitamos formar un pequeño ejército de jóvenes”, nos dijo. Y la integración de los jóvenes en el partido ha sido exitosa. Esto permite explicar el papel tan destacado que cumplen hoy los jóvenes en el movimiento (el Comité Ejecutivo Nacional promedia los 40 años, la presidenta del partido, Luisa Alcalde, tiene 38), algo que no advierto en otras experiencias, al menos no en ese grado. Cuando hay eventos de Morena es ostensible la preponderancia de la presencia de jóvenes. Tenemos una gran militancia de jóvenes y al mismo tiempo los gobiernos de Morena, desde el gobierno nacional hasta los gobiernos locales, han abierto espacios para muchos jóvenes sean parte de la toma de decisiones y tengan altas responsabilidades. 

 

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